viernes, 23 de noviembre de 2007

Hombre de Piedra

Esta leyenda figura en una lápida escrita en caracteres antiguos en la Plaza del Salvador, esquina a calle Villegas junto una cruz de gran tamaño, la Cruz de Polaineros. En la leyenda, en el siglo XV el rey don Juan II dicta que toda persona se arrodille al paso del Santísimo Sacramento aunque estuviese en el barro, al igual que si fuera moro mayor de catorce años. Como castigo perderían la cabalgadura o las vestiduras. Una vez entendida esta ley podemos narrar la leyenda que acontece al por qué, en el barrio de San Lorenzo, se llamó a una calle Hombre de Piedra, puesto que desde el siglo XIII al XV la calle se denominó Buen Rostro.
Dice la leyenda que en esta calle había una taberna, y al oír los rezos de la comitiva del Santísimo Sacramento que se acercaba camino de dar la extrema unción a un enfermo, los bebedores de la taberna salieron y se arrodillaron al paso de la comitiva. Entre estos cliente se encontraba Mateo "el Rubio", que en alarde de incredulidad y mostrándose como el mas valiente y matón de la zona, trató demostrar a los otros que se arrodillaban como mujeres y pregonó que él no se arrodillaba. ...Y allí permaneció para siempre convertido en piedra y hundido hasta la rodilla en el suelo debido a un rayo que le cayó. Quedó petrificado por pecador blasfemo que se atrevió desafiar a Dios. Debido a este escarmiento desde el siglo XV la calle se llamó Hombre de Piedra, donde aún existe la estatua ya desfigurada por el tiempo.
Aclaración arqueológica: Actualmente la verdadera interpretación es que existía una estatua romana, que los árabes mantuvieron señalando unos baños públicos y que ha resistido hasta nuestros días.

Cabeza del rey Don Pedro.

Nos cuenta una de las múltiples leyendas protagonizadas por el rey Don Pedro I, que en un recorrido nocturno por la ciudad, según algunos, motivado por un lío de faldas, descargó su ira con el hijo del Conde de Niebla, con el cual se batió hiriéndole de muerte, ya que este era partidario del hermano bastardo del rey para que ocupara el trono. El batir de las armas despertó la curiosidad de una anciana, vecina de la calle donde ocurría la acción. Al alumbrar con el candil observó al protagonista, que se destacaba por ser blanco, rubio, ceceaba al hablar y les sonaban las rodillas al andar. Estos rasgos eran conocidos en la ciudad, por lo que no dejaban dudas. La anciana, ante el estupor de lo visto se apresuró a cerrar la ventana cayendo el candil a la calle junto el cadáver, lo que motivó que las autoridades la llevaran a la presencia del rey, que en acción de justicia prometida a los Guzmanes, familiares del fallecido, les dejó claro que cortaría la cabeza al malhechor y la expondría públicamente. Ante las preguntas hechas en interrogatorio a la anciana, aunque era reacia a contar lo sucedido por aludir al rey, terminó confesando lo que presenció, y cuando llegó la pregunta de que dijera su nombre contestó "El Rey". El asunto se liquidó cortando la cabeza a una estatua del rey, que fue expuesta públicamente tal como se prometió. La cabeza estuvo depositada en una hornacina que actualmente existe en la denominada desde entonces calle de Cabeza del Rey Don Pedro. Así mismo la calle cercana donde tuvieron protagonismo los hechos recibió el nombre de Candilejo, en recuerdo al candil que propició el encuentro de un testigo para aclaración del desenlace.









La Maldegollada

Cuenta esta leyenda un hecho que por el tumulto ciudadano que provocó ha llegado hasta nuestros días. Ocurrió allá por el año 1624 en Sevilla, en la actual calle Hernando Colón, entonces dividida en dos tramos: calle Tundidores si entramos por calle Alemanes y calle Alcaicería de la Seda si entramos desde San Francisco.

Bien, pues en calle Alcaicería de la Seda, en la acera izquierda según entramos desde San Francisco, vivía un sastre llamado Cosme casado con una joven mujer, Manuela Tablantes. Tenían contratado a un joven mancebo llamado José Márquez, el cual mantenía ilícitas relaciones amorosas con Manuela a espaldas de su marido Cosme.

Durante el trabajo cotidiano, el joven Márquez aprovechaba cualquier ocasión para visitar a su amada en la estancia de esta en el piso superior, como pudiera ser el motivo de la falta de hilo o cualquier utensilio. Tanto se prodigó esta situación, que Cosme un día subió al primer piso y presenció atónito la escena de adulterio.

Cosme salió a la calle, y maldiciendo y llorando enseguida llegó a la Real Audiencia que estaba cerca. Las leyes de entonces, diferentes a las actuales, contemplaban que una vez pasado el acaloramiento del marido ultrajado, solo podía denunciar el hecho y así exigir incluso la pena de muerte para ambos en vez de ejecutarlos él mismo, acto que pudo ocurrir durante el trance en que Cosme sorprendió a la pareja.

Cosme, rencoroso, rechazó las peticiones de clemencia protagonizadas por amigos, familiares, e incluso la propia Real Audiencia. Y el 22 de Octubre de 1624 se confirmó la sentencia de muerte en la horca y en racimo para estos casos. El mismo día por la tarde se dispuso según costumbre a construir el cadalso en la Plaza San Francisco.

El ajusticiamiento de Manuela y Márquez provocó tumultos en la ciudad, no siendo aceptado a nivel popular, y jóvenes estudiantes durante la noche quemaron las instalaciones para la ejecución. Esto volvió a ocurrir en la noche siguiente, nuevamente se quemó el cadalso, hasta que por fin el jueves se dispuso vigilancia mediante soldados en los accesos a la plaza. Se construyó un cadalso mas alto para que el viernes se celebrara el cumplimiento de la ley según orden a las diez de la mañana.

Una vez llegado el momento de cumplir sentencia, por el arquillo del Ayuntamiento que comunicaba con el convento de San Francisco situado entonces en la Plaza Nueva actual, apareció una comitiva de frailes franciscanos que se disponían abortar la ejecución. Los soldados no dejaron avanzar la comitiva, pero aprovechando el tumulto unos cuantos de franciscanos accedieron hasta Cosme, y un corpulento fraile en un gran abrazo de amor a Cosme, le metió el crucifijo en la boca y gritó que por fin Cosme perdonó. Cosme con un dedo que le quedaba libre decía que no, pero no lo veía nadie. Lo que si se oía era la voz del corpulento fraile Padre Soto gritar ¡Ha perdonado! ¡Ha perdonado!

Los estudiantes se abalanzaron hacia el cadalso, el regente de la Real Audiencia hizo gesto de irremediable, y el asistente ordenó a la tropa no intervenir. Los estudiante arrebataron de la horca a los sentenciados y se los llevaron a hombro como triunfo al convento de San Francisco. Cosme quedó solo en la grada, la tropa se marchó y la gente regresó a sus casas.

Cuando se enfriaron los ánimos, la Real Audiencia reclamó los reos al convento, y exigió a Cosme que perdonase las vidas para evitar conflictos públicos. Márquez fue castigado durante una temporada a galeras, y Manuela ingresada en un convento. Pero pronto salió Manuela y volvió a sus andadas alegres, y es por lo que la decían "La Maldegollada"

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Doña Mª Coronel y el rey Pedro I

Cuenta la leyenda que Doña María Coronel, tras la muerte de su esposo se apartó de la vida que hasta entonces llevaba llorando su desgracia. Por entonces regía Pedro I el cruel y estaba afincado en la ciudad de Sevilla, el cual mostraba un gran interés por conquistar a Doña Maria, tratando de conseguirla por cuantos medios estuvieran a su alcance. Doña Maria, sin poder resistir mas, optó por enclaustrase en el convento de Santa Clara pensando que Don Pedro desistiese. Pero fue localizada por este, que envió emisarios para convencerla sin conseguirlo. Doña María, ante semejante asedio, derramó aceite hirviendo en su propio rostro desfigurándose totalmente y alejar a Don Pedro, lo cual dio resultado.
Doña Maria Coronel vivió hasta los 73 años, y en su haber figura la fundación del convento de Santa Inés, donde murió. Fue momificada y su cuerpo incorrupto se expone al público el 2 de Diciembre para veneración de sus fieles.

martes, 20 de noviembre de 2007

La bella Susona

Los hechos acaecidos en Sevilla en el año 1391, en que se persiguió hasta la muerte de aproximadamente 4000 personas por cristianos convencidos por Ferrant Martínez (Fernando Martínez), Arcediano de Ecija. Provocó el sentimiento de venganza consiguiente conspirándose una sublevación entre los que se encontraban altos cargos de la ciudad.

Diego Susón era uno de los conspiradores. Tenia una bella hija conocida como "la hermosa hembra", que a espaldas de su padre era amante de un ilustre caballero cristiano. En la espera de que se fuera a dormir su padre para acudir a escondidas a su cita con el heráldico caballero, escuchó las palabras que en reunión decían los conspiradores en preparación del plan a seguir, y en el que se incluía la muerte de su amante.

Una vez terminada la reunión y acostado Diego Susón, la bella Susona acudió a la cita y reveló a su amante el contenido de la conversación. Inmediatamente el caballero informó al Asistente de la ciudad Diego de Merlo, que con sus mejores alguaciles y de mas confianza, recorrió las calles visitando los domicilios y haciendo presos a los participantes del intento de sublevación. Estos fueron ajusticiados en la horca unos días después.

El mismo día de la muerte de Diego Susón, su hija, "la hermosa hembra" en reflexión, convencida de que traicionó a su padre por favorecer a su amante, y atormentada, acudió a la Catedral pidiendo confesión. Le atendió Reginaldo Romero, obispo de Tiberiades y también Arcipreste, quien la bautizó y le dio la absolución, aconsejándole como penitencia retirarse a un convento. Así lo hizo hasta sentirse tranquila de espíritu y volvió a su casa llevando una vida cristiana y ejemplar hasta su muerte.

Cuando abrieron el testamento de Susona encontraron una cláusula que decía "Y para que sirva de ejemplo a las jóvenes y en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo, y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás".

Su deseo se cumplió, y su cabeza estuvo expuesta desde finales del siglo XV hasta entrado el año 1600. Por ello el antiguo nombre de calle Muerte hasta el siglo XIX en que se cambió el nombre de la calle por el de Susona que actualmente existe.

Esta leyenda es un hecho rigurosamente histórico, se conocen los nombres de los participantes a la reunión, incluso frases promulgadas por Diego Susón en su traslado al patíbulo según hay constancias por testigos presenciales.


viernes, 16 de noviembre de 2007

Cristo del cachorro.

Existía una hermandad creadas a finales del siglo XVI motivada por una imagen de una Virgen que encontraron en un pozo (supuestamente salvandose de alguna invasión). Esta hermandad se unió a otra que nació años más tarde y que se llamaba Hermandad del Patrocinio, naciendo asi la nueva hermandad de la sagrada Expiración de nuestro señor Jesucristo y María Santísima del Patrocinio.

Una vez constituida la hermandad llega el momento de proveerla de imágenes. El escultor Francisco Ruiz Gijón fue el elegido, para confiarle la imagen del Señor de la Expiración, por ser por entonces el escultor mas diestro de Sevilla,. Durante varios meses estuvo trabajando para modelar un cristo que destacara de los existentes en la ciudad, tallados por verdaderos genios como Martínez Montañés, Juan de Mesa, etc.

Para Francisco Ruiz Gijón llegó a convertírsele en una obsesión la falta de un modelo o inspiración para representar en la escultura de la talla. Hasta que un día, incluso medio enfermo, salió a la calle en busca de alguna motivación y la encontró. Precisamente al otro lado del río, en Triana, en la llamada Cava (lugar de chozas habitadas por gitanos), un jinete a caballo le sobrepasó velozmente, y un alboroto de gente acompañado de voces y lamentos llamó su atención desde el lugar de procedencia del jinete. Y ahí estaba, un hombre de unos treinta años, de etnia gitana, alto y delgado, con todo el sufrimiento de la agonía representada en su rostro. Ruiz Gijón plasmó este trance en láminas con dibujos y bocetos mientras este hombre moría encontrando así de modo cruel su inspiración. Su modelo, un hombre al que denominaban el Cachorro, que fue muerto probablemente en un ajuste de cuenta por amores mantenidos en la otra orilla del río donde periódicamente desaparecía durante días.

Poco tardó Ruiz Gijón en trasladar a la madera exactamente esa expresión de la agonía. Y cuando salió en procesión por primera vez el Cristo de la Expiración por las calles de Triana el Viernes Santos, todos reconocieron al Cachorro, aquel hombre cantaor al que mataron en La Cava de Triana, y al que Francisco Ruiz Gijón convirtió su imagen en el mas dramático y hermoso de los cristos incrementado así el tesoro escultural de la Semana Santa de Sevilla. Es por lo que este Cristo tiene el sobrenombre de El Cachorro

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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Emblema del Ayuntamiento de Sevilla.

Dice una leyenda, que ante la mala gestión financiera ejercida durante el gobierno de Alfonso X, que arruinó la hacienda y empobreció al pueblo. Su hijo Sancho, apoyado y reconocido como nuevo rey por todas las ciudades, alzó las armas para sustituir a su padre, que refugiado en Sevilla gozaba de la fidelidad de esta ciudad, única a favor de Alfonso X. Este proceder fue respetado por Don Sancho, y permitió que así fuese hasta la muerte de su padre. Por tal motivo de fidelidad, le fue entregado a la ciudad de Sevilla este emblema por parte de Alfonso X en las postrimerías de su vida, el cual expresaba el reconocimiento al comportamiento de la ciudad. El emblema lo reconocía así: "Sevilla no me ha dejado", que en el habla de la ciudad se pronuncia "No ma dejado", lo cual fue representado por las silabas "No y Do" y una madeja en el centro, resultando "No-madeja-Do", o sea "NO-8-DO". Este emblema ha estado presente en el escudo de la ciudad, donde figuraba también San Fernando, rey castellano conquistador de la ciudad a los árabes, San Leandro y San Isidoro. Actualmente el emblema "NO-8-Do" figura solo en la bandera y escudo de la ciudad de Sevilla.
Alfonso X El Sabio, hijo de Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia, nace en Toledo en 1221 y muere en Sevilla en 1284, En 1244 conquista en nombre de su padre el Reino de Murcia, fue rey de Castilla y León del 1252 al 1284 y de las tres religiones, hebrea, cristiana y musulmana. Contrajo matrimonio con Violante, hija de Jaime I de Aragón.
Nada más subir al trono Alfonso X devaluó la moneda para restaurar la decaída economía castellana, lo que provoca continuas sublevaciones nobiliarias y el fracaso de su política exterior.